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Serenar los días

«No sabemos cuándo va a acabar, pero puede ser largo», asegura Adolfo Suárez Illana, Secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados y uno de los políticos de mayor altura moral que tiene España, al reflexionar sobre lo que nos está pasando. Forjado en la adversidad, Adolfo Suárez distingue entre «lo recto y lo curvo», algo que no siempre ayuda, porque obliga a no quedarse en la superficie y decir lo que es como es.

Suárez Illana es un tipo con independencia de juicio, conversación sólida y que entiende España, al que vale la pena parar bolas, como dicen en mi lindo país colombiano: «Es hora de olvidarse de uno mismo, dejar atrás los sectarismos y abrazar a todos». Por eso me apoyo en él, a la hora de hilvanar esta gacetilla. Pese a ser persona de riesgo, a causa del cáncer que padece, no falla a la hora de atender sus obligaciones como miembro de la mesa del Congreso. Siempre en su sitio; porque «la prudencia no está reñida con la responsabilidad».

Hace nada, Ana I. Sánchez, compañera de ABC, le preguntaba qué lecciones nos estaba dejando esta crisis. He aquí su respuesta: «La primera, que el hecho mismo de la vida es un riesgo permanente y que el problema no es que se acabe, cosa segura, sino cómo la vives, la compartes, la entregas». Acertada reflexión para serenar estos días y no quedar atrapados en el ajetreo que acompaña a esta preocupante situación.

Nunca se ha coincidido tanto, como en estos días, sobre el sentido de la solidaridad, lo cual está muy bien; pero igual convenía insistir, también, en esas verdades eternas que sugiere Adolfo Suárez, al recordar que lo que importa no es que la vida se acabe, cosa segura, antes o después, sino «cómo la vivimos, la compartimos y la entregamos».

Vale la pena pensar valientemente, aunque sólo sea de año en vez, en lo superior del hombre, en medio de este trajín disperso y disipado que nos traemos. ¿Qué es lo que nos lleva a ser más íntegros, compasivos y decentes? Menos malcriados. Porque de eso se trata, de aplicar cordura y actuar con rectitud ¿O no?

La respuesta tal vez esté en ese desprendimiento entero y pleno del que habla Adolfo Suárez. Una actitud que, además de hacernos tomar conciencia de nuestra poquedad, nos permite demostrar, día tras día, con la palabra y con el testimonio de nuestra conducta, que «llevar los unos las cargas de los otros», completa la justicia y propaga el querer y la alegría. 

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